“El interés de toda una vida” es un libro que refleja las
entrevistas realizadas por el filósofo francés Didier Eribon al gran Ernst
Gombrich durante los años 1991 y 1992 en su residencia de Londres. Arte y
ciencia se entrelazan en las palabras de Gombrich, como un Leonardo del Siglo
XX que no encuentra problemas al compaginar ambas disciplinas. Gombrich no
tiene reparo en recurrir a ideas de otros pensadores para reforzar sus
opiniones y es aquí dónde he encontrado una de los textos más significativos
que haya podido leer estos meses. La palabras provienen de “La Oratoria” de
Cicerón, escritor, político y retórico romano del Siglo I a.C. Sus ideas sobre
el “gusto”, son tan adecuadas para los tiempos que corren, que uno piensa en lo
poco que puede descubrirse a día de hoy en materia de estética. El texto versa
sobre el sentido del gusto y lo que os planteo hoy no contiene ninguna
conclusión importante sino simples reflexiones en torno al gusto y a la
percepción del arte que hoy mantenemos. El texto dice lo siguiente:
…por ello es difícil decir por qué exactamente es que las
cosas que más fuertemente gratifican nuestros sentidos y los excitan más
vigorosamente a su primer vistazo, son de las que nos separamos más rápidamente
por un sentimiento de disgusto y saciedad. ¡Qué brillantes, como regla, en
belleza y variedad de colores son los contenidos de las nuevas pinturas en comparación
con aquellas antiguas! Y sin embargo las nuevas, aunque ellas nos capturan a la
primera vista después fallan al producirnos placer. Aunque también es verdad
que en el caso de las antiguas pinturas su rudeza y su estilo antiguo son una
atracción. Al cantar, cuan más delicioso y encantador son los trinos y las
florituras más que las notas firmemente mantenidas. Y sin embargo las primeras se
encuentran con protestas no sólo de personas de severo gusto si no también, si
se usa con demasiada frecuencia, incluso del público en general. Esto puede ser
observado en el caso del resto de los sentidos. Los perfumes compuestos con una
esencia extremadamente dulce y penetrante no nos dan placer por tanto tiempo
como aquellos que contienen fragancias moderadas y una cosa que parece tener el
perfume de la tierra es más estimada que una que sugiere azafrán y que en
contacto con sí mismo hay grados de suavidad y tersura. El gusto es el más
voluptuoso de los sentidos y más sensible a la dulzura que el resto, sin
embargo incluso qué rápido le desagrada y rechaza algo extremadamente dulce!
¿Quién puede continuar tomando un bebida dulce o una comida dulce por mucho
tiempo? Mientras que en ambos casos las cosas que afectan placenteramente a
este sentido en un grado moderado más fácilmente escapan causando saciedad. Así,
en todas las cosas los grandes placeres están sólo estrechamente separados de
la repugnacia.
Extrapolando el contenido a nuestro tiempo sería interesante
proponer algunos ejemplos para corroborar el acierto de esta palabras. Pensemos
por ejemplo en estos tres paisajes:
El carro de heno, Constable |
Los almiares, Monet |
El talismán, Serusier |
¡Con que fuerza se refleja la floresta en las aguas
tranquilas del río de Serusier! Pero ¿Cúantos lo consideran arte de calidad?
Sin embargo tras asistir a una exposición artística este sería una de las obras
que más recordaríamos una semana después y no el perrito expectante que mira el
carro pasar en la obra de Constable.
¿Quién no aborrecería su canción favorita si la escuchara
decenas de veces cada mañana? ¿Quién no ha dejado el final del Kebab porque no
es capaz de acabárselo aunque el primer bocado supiera a gloria? (sobre todo a
las 5 de la mañana). ¿Quién es capaz de oler su propio perfume una hora después
de aplicárselo? Irremediablemente debemos admitir que algo nos une ante la
experiencia estética, aunque el gusto sea una cuestión individual, la saciedad
es parte intrínseca de nuestra percepción sensorial y eso explica por ejemplo,
que los Back Street Boys ya no estén de moda. Sobre gustos no hay nada escrito,
pero al final todo se resume en:
Hipsters: Ya estabais inventados.
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