“Concepts of Modern Art” es un
libro esplendido editado por Nikos Stangos. Cada capítulo está brillantemente
descrito por un experto en esa materia, como el vorticismo o el fauvismo. Hay preciosos
y esclarecedores textos sobre el origen, la evolución y la muerte de cada
movimiento, pero hoy quiero destacar una parte dedicada al dadaísmo y al surrealismo.
Estos dos párrafos son reveladores y chocantes a la vez. Ello se debe a la
semejanza de las prácticas que describen con, por ejemplo, las llevadas a cabo
en culturas pre-hispánicas. Pero básicamente explica lo que fueron el dadaísmo
y el surrealismo, sus intención y su final. Recomiendo leer por entero este
fenomenal libro, aunque dejo aquí el citado extracto:
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Fuente, Marcel Duchamp, 1917 |
La relación entre el surrealismo y el dadaísmo es compleja, porque en
muchos sentidos fueron muy similares. Políticamente, el surrealismo heredó a la
burguesía como su enemigo y continuó, como mínimo en teoría, su ataque a las
formas tradicionales de arte. Los artistas asociados previamente con el dadaísmo
se unieron a los surrealistas pero es imposible decir que el trabajo de Arp o
Man Ray por ejemplo se convirtiera en surrealista de la noche a la mañana. El
surrealismo fue como un sustituto del dadaísmo, como Arp dijo “Yo expuse con
los surrealistas debido a su rebelde actitud hacia el arte y su sabia y directa
actitud hacia la vida como hizo el movimiento Dada”. La radical diferencia
entre ellos radica en la erección de teorías y principios en lugar del
anarquismo dadaísta.
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La Ninfa Eco, Marx Ernst, 1936 |
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Máquina de coser electrosexual, Oscar Domínguez, 1934 |
Pero se tardaron dos años antes, desde 1922 a 1924, periodo conocido
como “de los sueños”. Los futuros surrealistas, incluyendo Bretón, Eluard,
Aragón, Robert Desnos, René Crevel, Max Ersnt, ya estuvieron explorando las
posibilidades del automatismo y los sueños, pero el periodo estuvo marcado por
el uso del hipnotismo y las drogas. En el artículo titulado “La entrada de los
medios” en 1922, Bretón describe la excitación que ellos sintieron cuando
descubrieron que durante el trance hipnótico algunos de ellos, notablemente Desnos,
podían producir sorprendentes monólogos, escritos o hablados, llenos de ricas
imágenes que como él decía, no podrían
realizar en estado consciente. Pero algunos episodios turbulentos, como el
intento de suicidio masivo de un grupo entero mientras estaban en un trance hipnótico, llevo al abandono de
dichos experimentos y en el primer “Manifiesto Surrealista” Bretón evita
cualquier discusión sobre “ayudas mecánicas” como las drogas o el hipnotismo,
destacando el Surrealismo como una actividad natural y consciente no inducida.
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Fotograma Un perro andaluz, Luis Buñuel, 1929
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