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miércoles, 14 de mayo de 2014

No "Dada" lo mismo el surrealismo.

    “Concepts of Modern Art” es un libro esplendido editado por Nikos Stangos. Cada capítulo está brillantemente descrito por un experto en esa materia, como el vorticismo o el fauvismo. Hay preciosos y esclarecedores textos sobre el origen, la evolución y la muerte de cada movimiento, pero hoy quiero destacar una parte dedicada al dadaísmo y al surrealismo. Estos dos párrafos son reveladores y chocantes a la vez. Ello se debe a la semejanza de las prácticas que describen con, por ejemplo, las llevadas a cabo en culturas pre-hispánicas. Pero básicamente explica lo que fueron el dadaísmo y el surrealismo, sus intención y su final. Recomiendo leer por entero este fenomenal libro, aunque dejo aquí el citado extracto:


Fuente, Marcel Duchamp, 1917



    La relación entre el surrealismo y el dadaísmo es compleja, porque en muchos sentidos fueron muy similares. Políticamente, el surrealismo heredó a la burguesía como su enemigo y continuó, como mínimo en teoría, su ataque a las formas tradicionales de arte. Los artistas asociados previamente con el dadaísmo se unieron a los surrealistas pero es imposible decir que el trabajo de Arp o Man Ray por ejemplo se convirtiera en surrealista de la noche a la mañana. El surrealismo fue como un sustituto del dadaísmo, como Arp dijo “Yo expuse con los surrealistas debido a su rebelde actitud hacia el arte y su sabia y directa actitud hacia la vida como hizo el movimiento Dada”. La radical diferencia entre ellos radica en la erección de teorías y principios en lugar del anarquismo dadaísta.

La Ninfa Eco, Marx Ernst, 1936

Máquina de coser electrosexual, Oscar Domínguez, 1934



    Pero se tardaron dos años antes, desde 1922 a 1924, periodo conocido como “de los sueños”. Los futuros surrealistas, incluyendo Bretón, Eluard, Aragón, Robert Desnos, René Crevel, Max Ersnt, ya estuvieron explorando las posibilidades del automatismo y los sueños, pero el periodo estuvo marcado por el uso del hipnotismo y las drogas. En el artículo titulado “La entrada de los medios” en 1922, Bretón describe la excitación que ellos sintieron cuando descubrieron que durante el trance hipnótico algunos de ellos, notablemente Desnos, podían producir sorprendentes monólogos, escritos o hablados, llenos de ricas imágenes  que como él decía, no podrían realizar en estado consciente. Pero algunos episodios turbulentos, como el intento de suicidio masivo de un grupo entero mientras estaban  en un trance hipnótico, llevo al abandono de dichos experimentos y en el primer “Manifiesto Surrealista” Bretón evita cualquier discusión sobre “ayudas mecánicas” como las drogas o el hipnotismo, destacando el Surrealismo como una actividad natural y consciente no inducida.

Fotograma Un perro andaluz, Luis Buñuel, 1929


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