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domingo, 3 de noviembre de 2013

El cachurro neoyorquino

   Ha llegado el momento de haceros descubrir las excelencias de Ogíjares, pueblo que me ha visto crecer y que ha sido mi hogar hasta el día de hoy (más bien ayer, pues soy un emigrado más). Cada terra sigilata descubierta bajo su tierra sería merecedora de ser recordada pero, movido por la curiosidad, lo que me trae hoy aquí es mostraros una obra en particular.

    Para ello tenemos que remontarnos al S. XVI, cuando en el barrio bajo de la localidad se erigió la llamada Iglesia de Santa Ana sobre los primeros restos de otra pequeña Iglesia que ocupaba el lugar de la antigua mezquita. A mediados del S. XVI era el mudéjar el estilo arquitectónico elegido en la mayoría de las parroquias. Entre armaduras, almizates y mocárabes, lo que quiero destacar es que en el muro testero se realizó un retablo dedicado a Santa Ana fechado en 1567. De dicho retablo lo que nos interesa es la calle central, donde se desarrolla un pequeño programa escultórico realizado por Diego de Pesquera. Es aquí dónde echamos algo en falta.  El cuerpo central del primer piso se encuentra vacío y en su lugar se ha colocado un manifestador dedicado al Niño Jesús de Pasión.



   ¿Qué ha pasado con el panel? ¿Estaba deteriorado y se retiró? ¿Diego de Pesquera no terminó de ejecutar el programa? Nada que ver con ello. Dicho panel está actualmente en la sala 535 del MET. Sí, sí, como leéis. Los avatares del destino han hecho que entre las salas de aquella inmensa máquina expendedora de cultura llamada Metropolitan  Museum of Art, se encuentre este conjunto escultórico granadino (o cachurro, gentilicio de Ogíjares).

   Diego de Pesquera fue un escultor que se formó entre las escuelas sevillana y granadina y que sin duda se vió influído por el gran Diego de Siloé una vez establecido en Granada, sobre todo después de trabajar a su lado en la Catedral de Granada durante los años 1563 y 1571. Se conserva el grupo de Santa Ana, La Virgen y El Niño realizado por Pesquera para la Catedral del cual destaco el rostro de la Santa (imagen en blanco y negro) muy similar al de la obra cachurra (imagen a color). Ojos profundos, barbilla prominente, amplios surcos faciales y pómulos muy marcados.




    Con referencia al panel completo, iconográficamente se representa a la Sagrada Familia con San Joaquín y Santa Ana, Santa a cuya advocación se dedica el templo. El rostro ajado de Santa Ana se contrarresta con la pureza y claridad del de la Virgen. La composición del relieve es bastante clásica ya que las figuras se corresponden de forma simétrica exceptuando al Niño Jesús que acerca su mano a la de San Joaquín, punto central de la obra. Por las dimensiones de Cristo niño y dicha configuración podríamos pensar que Diego de Pesquera estaba al tanto de los trabajos realizados en Italia durante esas décadas o como citan algunas fuentes, que pudo formarse en suelo italiano. El acabado consiste en una combinación de policromía y estofado (pan de oro). Me llama la atención el segundo plano de San José, que con su tímido gesto demuestra que las medidas contrarreformistas que daban una importancia mayor a la figura del padre de Cristo, aún no habían surtido efecto en la periferia. A la derecha tenéis el panel.

    Recientemente he enviado un email al MET consultando si pueden facilitarme información de cómo llegó dicho panel a su colección, ya que lo máximo que he averiguado es que permaneció en Ogíjares hasta 1881, fecha en la cual fue comprado por un particular. Fue en 1944 cuando una tal Helen Hay Whitney cedió la obra al Museo. Averiguaré más sobre ello cuando baje a tierras hispanas o si sus majestades los conservadores yanquis tienen la bondad de contestar a este pobre historiadorcito.

    Para ir finalizando, he descubierto a través de la página web del MET la “sala” donde este panel está expuesto. Se encuentra en un pasillo que conecta el primer y el segundo piso. Pienso en el relieve distorsionado, una obra de arte de la imaginería renacentista local, perdido entre Courbets y Bassanos, coincidencia casual del que busca un Gudea de Lagash, ignorado y descontextualizado. Me pregunto sí alguien repararía en él si siguiese en su lugar de origen, en mi pueblo, en el retablo para el que fue esculpido. Supongo que no. Y es que si tú eres una obra de arte y has trabajado en Nueva York, no es lo mismo que haber estado en Ogíjares colgada durante toda tu vida… ¿No funciona así lo del éxito laboral?


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