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domingo, 20 de octubre de 2013

Dame Neoclásico y dime tonto.

Durante la última escapada a Escocia visité una de esas warehouse que sólo la experiencia consigue situar en el mapa. Mientras paseaba entre aquellos pasillos repletos de antigüedades, me encontré con un par de objetos de cerámica que me llamaron la atención poderosamente: una taza y un pequeño plato, ambos con un tono azul cobalto-pálido y terminación mate. Habrían pasado desapercibidos para mis ojos inquietos sino hubiera sido por los motivos decorativos que surcaban ambas piezas:


En seguida pensé en la “Apoteosis de Homero” de John Flaxman, por la similitud del diseño, obra la cual considero heredera del “Vaso Portland” y similares. El rechoncho propietario de aquel gabinete de maravillas me había vencido por K.O.  Así que después del intercambio comercial tocaba investigar sobre el origen y la razón de ser de dichas piezas. Así me tope con el siguiente grabado:

Parcialmente borrado en la taza, el plato no daba lugar a dudas. “Wedgwood” “Made in England”. Qué es Wedgwood paso a explicaros ahora:

Cerámicas Wedgwood tiene su origen en una pequeña alfarería inglesa del XVII. Josiah Wedgwood es el miembro más conocido de dicha estirpe de alfareros. Saltándonos las vicisitudes biográficas la importante es que en 1769 montó su propia fábrica en Staffordshire y que unos años después presentó la colección Jasperware que recibe este nombre por el mineral usado en la elaboración de la pasta, el jaspe. Típico de esta colección es el relieve decorativo, realizado a través del sprigging, que no es ni más ni menos que la aplicación de moldes sobre el bizcocho, o pasta en estado de “dureza del cuero”.

Leyendo un poquito más me topé con la prueba del delito. John Flaxman, el artista neoclásico, trabajo para Josiah a principios de su carrera. “La Apoteosis de Homero” es resultado de las influencias clásicas en el artista (en las que el Vaso Portland juega un papel muy importante) y  sus relaciones profesionales con la fábrica Wedgwood.


Nos guste o no, el Neoclasicismo se nutre de motivos iconográficos clásicos desprovistos de la carga simbólica, religiosa y cultural que tenían en su origen. Los relieves de mis piezas son elecciones aleatorias de episodios y personajes mitológicos cuya única función es la decorativa. Podemos incluso rastrear el origen de dicha decoración, como es el caso del único relieve que destaco:


 

Se trata de Belerofonte junto al caballo alado Pegaso y es una adaptación bastante fiel de un relieve clásico cuyo origen no he conseguido (por ahora) averiguar pero que ha sido copiado en diferentes medios decenas de veces como por ejemplo por Julius Troschel, neoclásico alemán. En el lado derecho os presento un grabado realizado directamente sobre el relieve original.  La similitud no deja lugar a dudas y por lo tanto no sería extraño que cada relieve utilizado en la decoración de las dos tenga su origen iconográfico en relieves u obras grecorromanas.

El siguiente tema interesante sería fecharlas. Y para ello tenemos que volver al sello de fabricación, mediante el cual podría establecerse una fecha aproximada. Según la página web http://www.thepotteries.org   ambas impresiones podrían ser algo posteriores a 1929 ya que “Wedgwood” aparece en “sans serif”, fuente introducida en esa fecha. Pronto enviaré un email a la compañía intentado averiguar más sobre su posible fecha de fabricación.

Kenneth Clark escribió que el arte del Siglo XIX carecía de vida, que no encarnaba las necesidades y experiencias humanas de entonces, que era un arte utilitario. Las piezas que he adquirido siguen una tradición mantenida por la compañía. Contienen relieves clásicos como motivos decorativos de la misma forma que podrían contener relieves de escudos de equipos de fútbol. Pero esto ya es otra historia, que tiene que ver con el “Gusto” (con mayúscula) o la falta del mismo. Y huelga decir que a mí, lo clásico, me gusta.

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